El Palacio de la Magdalena ha tenido una historia realmente intensa, que viene a reflejar la situación social y política de España. Ocho décadas de ajetreada existencia, desde Residencial Real hasta propiedad municipal y sede de la Universidad Internacional, hicieron que fuera absolutamente indispensable su rehabilitación, finalizada en 1995.
En la actualidad, el Palacio es un lugar que ofrece diferentes alternativas para acoger congresos y encuentros, además de conservar una zona museística que recrea el encanto de la antigua Residencia Real.
El Palacio de la Magdalena es el edificio más emblemático de la ciudad de Santander y uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura civil del norte de España. Se encuentra, presidiendo un majestuoso paisaje, en lo más elevado de la Península del mismo nombre. Su construcción, entre 1908 y 1912, siguiendo los planos de Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho, fue consecuencia de la iniciativa municipal: el Ayuntamiento quiso regalar a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano que consolidara la tradición estival que ya estaba arraigando en la ciudad y su provincia. Los monarcas y sus hijos disfrutaron de los veranos santanderinos entre 1913 y 1930. Al parecer, fue la Reina, llamada Ena en la intimidad familiar, quien disfrutó especialmente de un paisaje y una arquitectura muy próximos a los ingleses que le eran naturales: escritores y poetas evocaron su nostalgia de la isla de Wight, de hecho, asociándola a su presencia santanderina y su posterior exilio.
A partir de la II República, el Palacio tuvo varios usos que fueron deteriorando su estado, tanto interior como exterior: fue sede de la Universidad Internacional de Verano, hospital, residencia temporal para los damnificados por el incendio de 1941… Desde este año fue propiedad, con la Península, de Don Juan, hijo de Alfonso XIII y Conde de Barcelona. En 1977 el Ayuntamiento adquirió por compra a su propietario este patrimonio, que desde entonces podemos disfrutar todos los ciudadanos. En 1995 culminó una brillante rehabilitación integral de los principales edificios de la Magdalena. En la actualidad el Palacio es sede de congresos y reuniones; durante el verano el Ayuntamiento lo cede a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo como centro de sus actividades. El Palacio presenta entre sus atractivos una interesante zona museística que puede visitarse y que ofrece una parte significativa del patrimonio regio en su relación con la ciudad de Santander.
El Palacio de la Magdalena ha tenido una historia verdaderamente intensa, que viene a reflejar la situación social y política de España. Ocho décadas de ajetreada existencia, desde Residencia Real hasta propiedad municipal y sede de la Universidad Internacional, hicieron que fuera absolutamente indispensable su rehabilitación, finalizada en 1995. En la actualidad, el Palacio es un lugar que ofrece diferentes alternativas para acoger congresos y encuentros, además de conservar una zona museística que recrea el encanto de la antigua Residencia Real.
Presentado el concurso de proyectos arquitectónicos a finales de 1907, fueron finalmente ocho los presentados. Los Reyes los conocieron en San Sebastián, el 17 de septiembre de 1908. Estaban firmados por Eladio Laredo (tres proyectos), Valentín Ramón Lavín Casalís, Casimiro Pérez de la Riva, Emilio de la Torriente y, conjuntamente, Gonzalo Bringas Vega (1880-1943) y Javier González de Riancho (1881-1953). Otro de los proyectos era el de Ralph Selden Wornum (1881-1953), fechado el 25 de julio de ese año bajo el título de “Résidence Royale à Santander”. Wornum, discípulo de William Burges, había sido el autor de varias obras en Biarritz, San Juan de Luz y Gibraltar, antes de firmar dos proyectos íntimamente unidos a la Familia Real:la Real Casa de Campo de Miramar, en San Sebastián, para la Reina Regente María Cristina (1893), y la Casa de Campo de Los Hornillos en Las Fraguas (Cantabria) para el Duque de Santo Mauro (1904).
Por su parte, el proyecto de Bringas y Riancho, dos jóvenes montañeses que acababan de licenciarse en la Escuela de Arquitectura de Madrid, era más exuberante que el de Wornum. De hecho, lo llamaron desde el principio “Palacio Real”, encajando a la perfección con las pretensiones de los promotores municipales, que generosamente iban a donar a los reyes toda la Península de la Magdalena. En La Voz de Cantabria de 23 de septiembre de 1908 se describía así el proyecto ganador: “El estilo del palacio es inglés, realzado y adornado con salientes, balcones, azoteas y otras modificaciones del estilo puro que no permite el país inglés, pero que son perfectamente adaptables a nuestras tierras.
En 1904 el Ayuntamiento había recuperado del Estado (siendo presidente del Gobierno Antonio Maura), en régimen de usufructo, el terreno de la Península de la Magdalena. Las gestiones administrativas para la adquisición del suelo y la cesión al Rey se llevaron a cabo con la máxima discreción. El 23 de abril de 1908 el Rey aceptó el ofrecimiento que le hacía el Ayuntamiento por medio de su alcalde, Luis Martínez. Se nombró una comisión para gestionar la suscripción popular que sustentara económicamente el proyecto, cuya cantidad inicial alcanzaba el medio millón de pesetas. El 7 de agosto de 1908 el Rey visitó el emplazamiento donde se pensaba construir el Palacio: él mismo había decidido que se situara en lo más alto de la Península. Al mes siguiente se eligió el proyecto de Bringas y Riancho. A finales de 1908 la Reina, asesorada por el mismo Wornum, introdujo algunas modificaciones en el proyecto inicial que afectaban sobre todo a la distribución de algunas habitaciones (las de los Reyes, por ejemplo, pasaron de la planta baja a la principal) y al hecho de que la capilla se construyera en edificio independiente al de la residencia; este edificio fue proyectado por Bringas y Riancho en 1909, pero finalmente no se realizó.
En enero de 1909 salió a subasta la construcción del edificio, que obtuvo el contratista Daniel Sierra. En marzo se iniciaron las obras, con un presupuesto de 700.000 pesetas. Se había previsto que la financiación para las obras se obtuviera por suscripción popular: habría de ser el indiano Ramón Pelayo de la Torriente, futuro Marqués de Valdecilla y una de las mayores fortunas de la época, quien sufragara una parte considerable de los gastos.
La explanación del terreno ocupó una superficie de 100 x55 m. La descripción del proyecto se resumía con estas palabras: “Piedra de mampostería procedente de Cueto y con cubierta de pizarra. Planta rectangular (91 m. de largo y 21 de ancho). Cuerpo saliente hacia el norte 20 m. de lado”. La obra presentaba cuatro niveles: sótano, planta baja, planta principal, ático y desván. El amplio basamento eliminaba el característico contacto entre el espacio interior y exterior propio de la “casa-jardín” victoriana. En el verano de 1911 estaba terminado el exterior del Palacio.
Con respecto al mobiliario, los Reyes conocieron el plano detallado del interior ya el 24 de noviembre de 1910, cuando Bringas y Riancho se lo presentaron en la casa de campo del Duque de Santo Mauro en Las Fraguas (Cantabria). Los monarcas se ofrecieron a enviar a su costa muebles estilo español del Palacio del Pardo y de estilo inglés realizados por la casa Mapey de Bilbao. El Duque de Santo Mauro dirigió los trabajos de diseño y decoración, que reunieron a distintos especialistas siguiendo el “Álbum de diseños de interior” de W. Freeborn. Aunque no visitó la Magdalena hasta septiembre de 1912, la Reina siguió muy atenta las evoluciones de las obras, haciendo indicaciones precisas especialmente en lo referente al mobiliario que, según su hija, la Infanta Doña Cristina, fue dispuesto enteramente a su gusto.
El 6 de mayo de 1912 el Ministerio de la Guerra entregó definitivamente al Ayuntamiento de Santander los terrenos y edificios de la Magdalena. El 4 de septiembre de 1912 la Reina entró por primera vez en su Palacio; el día 7 se procedió a la solemne entrega de la llave del Palacio a Alfonso XIII. En la llave estaba grabado el escudo de Santander y las iniciales del matrimonio real: “AB” y “VB”. El 4 de agosto de 1913 comenzaron los Reyes e Infantes sus veraneos en Santander, ininterrumpidos hasta el año 1930.
La Magdalena fue residencia veraniega de Alfonso XIII en una época crucial para la historia contemporánea de España. Los años entre 1913 y 1930.
El Palacio se amueblaba cada verano, de manera que la mayor parte del mobiliario no era estable. Muchas piezas se traían en primavera y con frecuencia cambiaban de ubicación. A pesar de su estilo señorial, el Palacio facilitaba el encuentro de los miembros de la Familia Real, mucho más que los palacios en los que habitaban el resto del año. Hacían una vida más en común, incluso teniendo en cuenta los compromisos públicos o privados del Rey.
Con la llegada de la II República, el nuevo gobierno incautó los bienes del patrimonio de la Casa Real, como eran el Palacio y la Península. Ello se hizo no sin polémica, dado que, al fin y al cabo, estos bienes eran una propiedad particular que el Rey había recibido como donación de la ciudad de Santander. Durante el otoño de 1934 la Reina Victoria Eugenia solicitó al Gobierno republicano, a través de la Embajada británica en Madrid, el envío a su nueva residencia de Londres de algunos muebles del Palacio.
El 23 de agosto de 1932 Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, firmó el decreto fundacional de la Universidad Internacional de Verano en Santander. El 30 de enero de 1933 se realizó la entrega oficial del Palacio de la Magdalena al Patronato de la flamante Universidad, que tuvo por rectores a Ramón Menéndez Pidal (1933) y a Blas Cabrera (1934-1936).
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) el Palacio se utilizó como hospital de sangre, mientras que los edificios de Caballerizas se convirtieron en un campo de prisioneros de guerra, como sucedería con el Seminario de Corbán, la Plaza de Toros o el Hipódromo de Bella Vista, entre otros.
La Universidad Internacional, refundada en 1946 como “Universidad Internacional Menéndez Pelayo”, pudo disfrutar de algunas de las instalaciones de la Península, como las Caballerizas (o “Residencia de la Playa”) y el Paraninfo, sedes compartidas a partir de 1953 por Las Llamas, en la zona norte de Santander. Desde 1951, estos lugares acogieron recitales poéticos, actuaciones musicales, cursos y exposiciones de arte. El 2 de agosto de 1953 se instaló en los bajos de las Caballerizas el comedor universitario del Sindicato Español Universitario. El 1 de agosto de 1954 se inauguró el nuevo Paraninfo y pocos días más tarde, el 21 de agosto, se firmó un convenio para que la UIMP utilizara parcialmente el Palacio, que ese mismo año había terminado de ser parcialmente restaurado.
En 1977 el Ayuntamiento de Santander llegó a un acuerdo con Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, con el fin de recuperar la Península para la ciudad. En 1982 el Palacio fue declarado Monumento Histórico Artístico de Carácter Nacional. En estos años, sin embargo, el deterioro tanto del Palacio como de las Caballerizas y el Paraninfo era muy notorio, de manera que el Ayuntamiento acometió definitivamente la rehabilitación integral de estos espacios en la primera mitad de los años noventa. Las actuaciones de mejora y modernización culminaron con su inauguración por los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, el 14 de junio de 1995.
Cuando el 14 de junio de 1995 los Reyes inauguraron las obras de rehabilitación del Palacio, dirigidas por Luis de la Fuente Salvador, el cambio que se había producido en sus instalaciones resultaba verdaderamente admirable, si bien el proyecto se intentó supeditar en lo posible al original que habían planeado Bringas y Riancho.
La rehabilitación de los años noventa buscó y consiguió tres objetivos esenciales: recuperar la luminosidad, reordenar los usos diseminados por el edificio y conectarlo con su entorno. En las dependencias que hoy vienen a coincidir con la zona museística el criterio que se siguió fue eminentemente restaurador, con el fin de recrear la época histórica de los veraneos regios. En otros lugares primó el criterio rehabilitador, y, con ello, se modificaron algunos espacios en función de las nuevas necesidades. Entre las actuaciones principales, se construyó una planta sótano y una nueva escalera central.
El Palacio es en la actualidad un atípico Palacio de Congresos y Reuniones. En él se organizan encuentros de diverso tipo, incluyendo la celebración de bodas civiles. Por acuerdo con el Ayuntamiento, la UIMP utiliza el Palacio de junio a septiembre. Todas las salas que se destinan a conferencias o congresos (Hall Real, Comedor de Gala, Salón de Baile, Sala Riancho, Sala Bringas, Salas de Audiencias, Aula de Infantes, Comedor de Infantes, Aula Biblioteca y Sala Duque Santo Mauro) disponen de circuito de voz y de datos. Además, en la mayoría hay circuito cerrado de televisión, cabinas de traducción simultánea y aire acondicionado.
Entre otros eventos singulares, el Palacio ha sido escenario de las reuniones de los ministros de Trabajo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea durante la presidencia española (1995), las Tertulias Hispano-Británicas (1996), la cumbre Hispano-Francesa (1999), la cumbre de ministros de Turismo de la Unión Europea (2002) y una reunión del Consejo Superior de Investigaciones Científicas presidida por S.A.R. Don Felipe de Borbón (2002).El Palacio recibe, con cita previa, visitas turísticas para su zona museística.